El villano es ese personaje que lleva el giro de la historia, ¿Por qué? Porque en la telenovela no hay bien sin el mal.



Los villanos muchas veces se llevan la telenovela ya que ellos tiene la libertad de hacer todo lo que los protagonistas no pueden. El villano es libre, no tiene remordimientos ni ataduras, realizan justo lo que sus instintos les piden hacer, no hay miramientos y nunca parece haber consecuencias que los perjudiquen. Es quizás eso mismo lo que provoque la admiración del público.

En “la vida real” nos hayamos atados a los prejuicios y normas sociales, morales y personales, justo como los protagonistas, pero los villanos rompen esa barrera, para ellos los únicos límites son los que ellos mismos se han creado.

Muchas veces el protagonista y el antagonista se ven amando el mismo objetivo (por así decirlo) pero ambos usan métodos diferentes para conseguirlo. El bien, nuestro protagonista, usa de toda su bondad, su belleza y pureza para conquistar, en tanto que el mal, nuestro antagonista, carece de todo esto y tiene que usar de otros métodos, la trampa, el engaño y la mentira.



Un ejemplo claro es como Maria la del Barrio y Soraya Montenegro luchan por el amor del descarriado, fiestero y guapo Luis Fernando. María logra conquistar al inconquistable gracias a todo lo bueno que ella representa, en tanto que Soraya convierte su amor en obsesión, luchando hasta el fin ya no por el amor del joven Colunga, sino por demostrar que es mucho mejor que “la marginal”, incluso tratando de conquistar a Nandito en venganza.

El antagonista lucha por sus intereses, por su beneficio, por obtener eso que le ha sido negado, ya sea amor, dinero, belleza o poder. Ellos se colocan objetivos muy claros y metas mas específicas que los protagonistas quienes generalmente luchan solo por ser felices, cuando un villano se propone ser feliz es a costa de quien se interponga.


No vayamos mas lejos y pongamos como ejemplo a Teresa y Rubí, las chicas malas y hermosas que luchan por obtener lo que el destino les negó. Pero que al mismo tiempo, a pesar de haber encontrado al amor de sus vidas, anteponen sus ambiciones provocando así sus estrepitosas caídas... Bueno, solo de Rubí que fue la que se cayó por la ventana. Con la última versión de Teresa sucedió algo muy extraño, y es que aprovechando que Televisa propone los finales alternativos, sucedió que el público la perdonó y después de todo lo que hizo se queda con el amor, la belleza y el dinero, aunque nada como el final original en donde se queda sin nada, sin nadie y teniendo que empezar de cero.



No hay que olvidar que los villanos también tienen su corazoncito y alguien por quien luchar. Eso es lo que se podría calificar como su “talón de Aquiles”. Por mas malo que pueda ser un villano, no hay olvidar que en algún momento fueron una persona de buenos sentimientos que se fueron transformando, algunas veces de tajo al violar su alma o su cuerpo, provocando el dolor, el miedo, la ira y el enojo. Se rompe en esta persona lo que alguna vez fue bueno en él. Nadie es tan malo, malo, ni tan bueno, bueno. Los mismos puntos débiles de los buenos, suelen ser los mismos que de los malos.


“Cuna de lobos”, “Las trampas del deseo” y “Mañana es para siempre” son claros ejemplos de cómo los hijos pueden ser el motor y el freno de las ambiciones de las villanas estelares de estas telenovelas. Cuando parecía que nada las podía frenar a Catalina Creel, a Roberta Jáuregui y a Bárbara Greco en sus cadenas de maldad, nos damos cuenta que al final, por más ambiciosas, asesinas o crueles que puedan ser, nadie es invulnerable.

En la telenovela no hay bien sin mal, y los villanos son esos personajes que revelan el lado oscuro que todos tenemos, el lado oscuro que ocultamos y que nos gustaría sacar a la luz. Porque por mas enamorados que estemos de la pareja protagónica, si tenemos un buen villano, es a el o a ella a quien nos queremos parecer.

¿O usted qué piensa?